En el día a día he podido fijarme en niños y niñas campesinas que viven con familias acomodadas en capitales departamentales importantes.
No estamos exentos de esta práctica tan detestable cual es la del criadazgo, y es impresionante que cada vez sean más pequeños los niños y niñas entregados por sus propios padres para realizar labores domésticas con solo la promesa de un techo y comida, incluso algunos casos extremos ya que los mismos son entregados a los propios parientes, todo esto a pesar de que el País ya recibió varias recomendaciones de tomar las medidas correctivas.
Y como siempre la base de todo radica en la educación pues con esa excusa son particularmente vulnerables a ser víctimas de todo tipo de violencia (física, emocional, sexual y laboral) ya que el trabajo que realizan es ilegal y lo hacen oculto a los ojos de la ciudadanía que también tiene cuota de responsabilidad por no denunciar los casos conocidos y sobre todo presionar por políticas más justas para los niños y niñas explotados laboralmente, fiscalmente y en muchos casos sexualmente.
Las buenas intenciones de los padres generalmente campesinos pueden ser muy buenas pero muchas de las veces con finales terribles para los niños ya que las consecuencias de esta práctica esta repudiada y penalizada actualmente, y ello llevaría a frustrarle la vida eternamente al niño que se someta a esta práctica.
Analicemos en el seno familiar y extendamos a nivel comunitario la tarea de cambiar desde el fondo y realizar la presión suficiente para que los más débiles y pequeños sean los criados con amor para así elevar el nivel de un adolescente y un adulto capaz, con cosas buenas que entregar y sobre todo con mucho amor para dar así como recibió.
Comentario de Laura Aguero
No hay comentarios:
Publicar un comentario